CUSCO MAGICO Y FESTIVO
La mejor, la única forma, de compenetrarse con una ciudad que vive de fiesta como el Cusco es entender el sentido profundo de sus celebraciones. La gama de fiestas que propone al viajero es casi infinita. Es más, las principales ceremonias son las que establecen los grandes momentos. Por cierto, el Cuzco no es ajeno a las celebraciones nacionales como las Fiestas Patrias, pero ninguna de ellas puede igualarse a la capacidad de convocatoria que tienen sus fiestas regionales. El Coyllur Riti, por ejemplo, congrega a peregrinos no sólo de nuestro sur andino, sino también de otros países del área. Por otra parte, existen también fiestas menores relacionadas con la vida cotidiana que sacralizan actos del diario vivir, como la limpia de acequias, la herranza del ganado, el primer corte de pelo o la unión de las parejas. |
Junto a ello, y como confirmación de la versatilidad y diversidad del Cusco como ciudad festiva, en los últimos años la modernidad ha irrumpido en la ciudad y hoy cuenta con lo que podría considerarse como el festival de música juvenil más grande del país. El hilo histórico de las fiestas Desde la época incaica, las ceremonias religiosas, militares y cívicas ocuparon un lugar importante en la Ciudad Sagrada de los Incas, pues así se reafirmaba el carácter mágico y mítico de la ciudad. En la época colonial, las festividades religiosas adquirieron mayor relevancia. A lo largo de los años, las fiestas han sufrido una serie de transformaciones pero, a pesar de todos los elementos que se han ido incorporando, no han perdido sus características primordiales y siguen estando, en su mayoría, asociadas al calendario agrícola y ganadero. Las fiestas del ciclo vital Se trata de una serie de fiestas que cumplían -y aún hoy lo hacen- un papel fundamental en la vida social pues con ellas se creaban y reforzaban los lazos de compadrazgo y reciprocidad entre las comunidades campesinas. Entre ellas destaca el corte de pelo o rutuchikuy; el serwinakuy o matrimonio de prueba, y el día de los difuntos. Las fiestas coloniales La fiesta cobró renovada importancia en el mundo colonial. La fiesta barroca, espléndido producto de la contrarreforma, fue concebida como un método de resistencia contra los embates del protestantismo. Al ser considerada como la institución civilizadora por excelencia, las autoridades españolas buscaron la participación en ellas de todos los sectores sociales. Así, en las nuevas plazas, en las misas y en las procesiones, junto a los cantos y los fuegos artificiales, los pobladores indígenas fueron, poco a poco, incorporados en el nuevo orden. La riqueza de la vida ritual prehispánica facilitó el establecimiento del ceremonial colonial y contribuyó a la simbiosis. Como la religión católica es también una religión de culto solar, las fechas de las festividades católicas coincidieron con las del mundo andino y el calendario festivo occidental se yuxtapuso sobre el andino. Se consigue así, por ejemplo, hacer coincidir el Inti Raymi y el Corpus Christi. La Semana Santa y el señor de los temblores La Semana Santa es una conmemoración central en el mundo católico pues recuerda la muerte y resurrección de Cristo. En el Cuzco, esta celebración está asociada al Señor de los Temblores, protector de la ciudad. La imagen del Taytacha Temblores, como se le llama en el Cusco, impresiona por la expresión de dureza y dolor de la imagen ante la agonía. El culto se remonta a la época colonial, cuando en 1650 un implacable terremoto prácticamente destruyó la ciudad y la población decidió sacar el Cristo en procesión por las calles de la ciudad. Por la cruz, los santos y las cosechas En la conquista de América, la cruz fue el símbolo de la nueva religión y de la civilización europea. Significativamente, los Concilios Limenses ordenaron la colocación de cruces en todos los antiguos lugares de culto. Pero, pese a las imposiciones, los indígenas siguieron venerando a sus huacas debajo del símbolo cristiano. Con el paso de los siglos, se fue dando un proceso de sincretismo religioso, en el cual la cruz se fue asociando a las huacas y terminó convirtiéndose en el signo de integración entre la religión católica y las creencias indígenas. Hoy en día, la cruz ocupa un papel fundamental en el mundo andino. La fiesta de Cruz Velacuy se celebra la primera semana de mayo y coincide con el período de cosecha. Fiestas regionales En las últimas décadas, las fiestas regionales han alcanzado mayor popularidad, llegando a convocar a miles de peregrinos de todo el sur andino y países vecinos. La organización de las fiestas y la competencia entre los devotos por asumir el cargo y la mayordomía para la fiesta, son claro indicio de su importancia y significado. Las fiestas regionales más celebradas en el Cuzco son: la del Señor de Coyllur Riti, el Señor de Huanca y la Virgen del Carmen. El renacimiento del Inti Raymi En 1944, por iniciativa de Humberto Vidal, representante del Centro Inca Garcilaso y uno de los protagonistas más ilustres del movimiento neo-indigenista, se estableció la Semana del Cusco. El 24 de junio de cada año fue declarado como día central del Cusco y se dispuso que el evento principal sea la evocación del Inti Raymi en la explanada de Sacsayhuamán. Asimismo, se compuso el himno y la canción de la ciudad. Para algunas personalidades del Cuzco, se trataba de impulsar una "revolución" dirigida a los cusqueños con la finalidad de que asumieran la importancia de valorar el pasado incaico. |
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